Luis Jiménez Martos
Biografía y obra

Casida del Buen Suceso (1988)

(Selección de poemas)

AUTORRETRATO CON LA PLAZA
DE LA TRINIDAD AL FONDO

Ojos apresadores. Dejadez malancólica
como de quien le llevan sin pedirle permiso.

Labios medio ocultándose
igual que el alma siempre de paseo
en su búsqueda lenta, fija de itinerario,
errante paraíso, entre un espejo roto,
mañana de rumores, tardes acompañadas,
cármenes de las noches con palomas.

Un balcón. Un café. Un barandal. Un río.
Todo al alcance y nada
al alcance. Renuncia, ay el pudor, nunca cosecha.

Y, en la plaza, una fuente, contrapunto
de tantos charlatanes,
cuna para el silencio cuando insomne.

Uno y trino vivir: yo, ellos y Granada.
Algún soplo de amor en los papeles.
Y la espera metida hasta en los huesos.

LA NIEVE

La nieve es como la infancia
de la eternidad.

La nieve
sin pisada.

La nieve, cuajado espejo
de la luna en su distancia.

La frontera
a la que no llegan las ramas,
ni los puñales del tiempo
ni la hormiga ni la garza.

La nieve, cuna de olvido
que no acaba.

Jamás la nieve
jamás
cuando de ti me acordaba.

PARA ESCRIBIR EN UN MURO
DE LA ALHAMBRA

Aquí estuvimos, supervivientes de la furia más feroz
de las guerras, del gusto por la nada, del ojo por el ojo,
de la destrucción como costumbre y celo,
de la soberbia que hincha sus grandes globos,
de la muerte en todas las posturas,
de las palabras que nunca duermen,
de los ríos que son envenenados,
de los árboles que crujen entre llamas,
del hombre que cruje entre ofensivas omnipotencias
para decir que aún hay ruiseñores y canta, cantan, cantan.