Luis Jiménez Martos
Biografía y obra

Por distinta luz (1963)

(Fragmentos)

I

Que cada muerto camina
                por distinta luz
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esta luz no es la tuya ni es tampoco la mía,
pues la borran despacio mis lágrimas ardientes.
Resististe a la noche. Algo estaba impidiendo
que la sombra llegase a la señal del alba,
y un estertor aún mantenía lo que eras,
Luis, padre mío, luchando a nivel de la tierra.

En tu latir sonaban los bruscos almazares,
y por la madrugada voló un pájaro ronco.
Las cosas despertaron para decirte que
no cerraras la vida, no cerraras la vida.

Pero tus largas manos iban acostumbrándose
a morir. Por el pecho una invasión sin gritos;
por las sienes un frío que modelaba aprisa
esa otra imagen tuya tan pálida de adioses.

El dolor y la espera del dolor anudados
en la misma garganta. El tiempo, ¡qué pasillo
con la puerta entreabierta! Los ojos, encendiendo
desesperadamente tu pavesa de hombre.

Yo había huido hasta ahora de mirar la ceniza
que bajo tu rostro hay, y aun de desconsolarme
con la condena cierta de morir un día u otro.
Yo inventaba milagros, espantaba suspiros.

Entonces, tembloroso, de pie junto a tu orilla,
quise ser tú un instante para saberte pleno
en los latidos últimos. Recorrí muchos años
a galope. Y por dentro me sonaba la lluvia.